Compartiendo tradiciones

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lunes, 15 de agosto de 2011

¡Feliz Día para todos los Niños!

Para el Día del Niño
Comenzamos con el Día del Niño. En esta publicación queremos compartir una canción en ritmo de Huayno que, además, trata sobre  un tema de delicada actualidad y que tiene que ver con lo referente al trabajo infantil.
Los derechos de los niños
Hoy nos toca hablar sobre uno de los temas más importantes dentro de la niñez y adolescencia. Realmente importante, porque somos nosotros –padres, maestros, mayores responsables- a quienes nos toca ejercer una vigilancia con respecto a los derechos del niño y del adolescente.
¿Qué son los DERECHOS? Son aquellas facultades que tenemos los seres humanos con respecto a determinadas situaciones o circunstancias. Por ejemplo: tenemos derecho a un trabajo digno; tenemos derecho a un nombre; etc. Es por ello que es más que indispensable reconocer los derechos que tienen los más desprotegidos: los niños.
Cuando en 1948 La Asamblea de las Naciones Unidas (ONU) consagró La Declaración Universal de los Derechos Humanos tuvo presente, obviamente, a los niños en ese escrito. Pero, posteriormente, se llegó al convencimiento de que los niños y adolescentes necesitaban estar específicamente protegidos y sus derechos especialmente declarados.
Es por ello que el 20 de noviembre de 1959 esta misma Asamblea de la ONU redacta y aprueba La Declaración de los Derechos del Niño, la cual consta de diez enunciados o principios.
En 1989, la ONU firma La Convención sobre los Derechos del Niño, la cual incluye nuevos principios que vienen a complementar la Declaración del año 1959. Asimismo, se incluye el Protocolo facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la venta de niños, la prostitución infantil y la utilización de niños en la pornografía.
A partir de ella, se ha invitado a todos los países del mundo a que la hagan propia. Actualmente, casi la totalidad de ellos han incorporado medidas especiales para la protección de los niños. Se basan en el respeto a la dignidad y el valor de cada individuo, independientemente de su raza, color, género, idioma, religión, opiniones, orígenes, riqueza, nacimiento o capacidad, y por tanto se aplican a todos los seres humanos en todas partes.
Con la enumeración de los derechos, a lo que se le da prioridad es a contribuir a resolver las necesidades básicas de los niños y ampliar sus oportunidades, a fin de que alcancen su pleno potencial.
Mucho se ha hablado sobre el derecho de los niños y niñas a no trabajar, o dicho de otra manera, que tienen derecho a estudiar, a jugar, etc., enunciándose específicamente, el derecho a no ser explotados laboralmente.
En la provincia de Buenos Aires, existe la COPRETI (Comisión para la Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil) la cual depende del Ministerio de Trabajo de la Provincia. En ella se realiza un sondeo sobre: si existe trabajo infantil en toda la provincia, en qué zonas determinadas, se inspeccionan los lugares denunciados como infractores de ese derecho y se trata de dar una respuesta a la situación de trabajo en niños y niñas.
Personalmente, me ha tocado ser miembro de la COPRETI, situación de la que estoy muy orgullosa. No solamente me ha permitido participar sino que también, y sobre todo, he aprendido lo más importante: a darse cuenta de cómo tenemos los adultos naturalizado el trabajo de niños y niñas, a la par el daño físico, psíquico, emocional y espiritual que trae aparejada la explotación laboral infantil.
Cada día, después de una reunión, comentaba en casa  lo ocurrido en la misma… y pensábamos (con mi esposo) cuál era la mejor manera de mostrarle a la gente lo que habíamos aprendido; cómo transmitirlo. Llegamos a la conclusión que la mejor manera era a nuestra forma: con el canto y sobre los escenarios.
Sería solamente un granito de arena, ya que sabemos a ciencia cierta que, lamentablemente, nosotros no veríamos el cambio radical en la sociedad… quizá lo verán nuestros nietos. Pero nadie puede negar que nuestra canción sería escuchada por mucha gente que, aunque sea de a poquito, irían cambiando su forma de pensar.
Así nace YO SOY UN NIÑO. Una canción en donde dos niños, amigos, reflejan realidades diferentes. Y con ella tratamos de que la realidad de ellos y ellas no sea tan trágica y, sobre todo, no lleve a quemar etapas que son irrecuperables.

YO SOY UN NIÑO

ES TEMPRANITO Y AÚN EL SOL
NO HA COMENZADO NI A ASOMAR,
POR MI VENTANA NO VEO CLARIDAD…
YO SOY UN NIÑO, SÍ SEÑOR,
Y COMO TODOS QUIERO ESTAR
POR UN RATITO MÁS ABRAZADO A MI MAMÁ.

PERO MI VIDA NO ES ASÍ
MÁS DURA ES MI REALIDAD:
ME ESPERA EL SURCO, YO TENGO QUE TRABAJAR.
EN LA COSECHA DE ALGODÓN,
O EN EL TABACO, QUÉ MÁS DÁ.
YO SOY UN NIÑO, SÓLO QUIERO IR A JUGAR.

QUIERO UN HORIZONTE
PURO Y LIMPIO PARA MÍ.
DONDE NO HAYA NADA
QUE ME PUEDA HACER SUFRIR.
MUNDOS DE JUGUETE
QUE ME PUEDAN DIVERTIR…
¡Y UNA INFANCIA ENTERA
POR VIVIR!

LA OTRA TARDE ME ENCONTRÉ
CUANDO VOLVÍA DE COSECHAR,
YA CANSADITA, CON MI BUEN AMIGO “EL JUAN”.
ME CONTÓ QUE EN LA ESCUELA A ÉL
YA LE ENSEÑARON A SUMAR
Y EN EL RECREO, AL FÚTBOL PUEDEN JUGAR.
PERO MI VIDA NO ES ASÍ,
MÁS DURA ES MI REALIDAD.
ME ESPERA EL SURCO, YO TENGO QUE TRABAJAR.
EN LA COSECHA DE ALGODÓN,
O EN EL TABACO, QUÉ MÁS DÁ:
YO SOY UN NIÑO, SÓLO QUIERO IR A JUGAR.

Autor y Compositor: Esteban Sarlenga

Recordando a Don José de San Martín en el mes de los niños


Por Yamila Cafrune y Marcelo Ratti

Para el 17 de agosto
Para el 17 de agosto queremos compartir un chamamé  que seguramente muchos lo conocen y que forma parte del repertorio del proyecto “El folclore va a la escuela”, se trata de José correntino, de Z. Alcayaga y W. Belloso. Tomando como punto de partida el género musical al que pertenece la canción, abordaremos  todos los elementos posibles de la misma para poder ilustrarles acerca de sus raíces, su historia, sus variantes, etc.

CON USTEDES.... ¡EL CHAMAMÉ!
El chamamé es la danza por excelencia de la zona litoraleña argentina (también llamada Mesopotamia), abarcando ésta a la provincia de Corrientes, Entre Ríos, Formosa, Santa Fe, Chaco y Misiones.
 Varias han sido las palabras utilizadas para denominarlo, pero podemos llegar a la conclusión que “chamamé” proviene de la frase en idioma guaraní “ñe´e mboé jeroky” que quiere decir “cantos danzas”.
Si bien su base musical es indígena, tiene mucha influencia de la música de los pueblos inmigrantes, ya que tiene aportes de la música alemana (como por ejemplo, el uso del acordeón, bandoneón y en parte, su compás) y de la música española (a través de la labor de los jesuitas en las comunidades guaraníes).
Lo cierto es que amén de lo puramente musical, de sus influencias y de su vocabulario, el chamamé va mucho más allá de lo puramente musical: hace referencia a lo cultural, a la expresión personal y colectiva de toda una comunidad.
Originalmente, el chamamé fue una danza de pareja, que se bailaba en las zonas rurales. Cuando comenzaron las grandes migraciones del pueblo de origen guaraní por todo el país (ya sea por mudanzas provocadas por trabajo –las emigraciones golondrinas- o por causas familiares) el chamamé también sufrió variaciones, convirtiéndose en un género vocal-instrumental. Comenzó a ser conocido en otras ciudades, y, por ende, a ser danzado en otras provincias.
Actualmente, el chamamé se canta, toca y baila en la zona del litoral y en todo el país, siendo muy difundido en países vecinos (Uruguay y Brasil, particularmente).
En nuestro país se ha generalizado su interpretación con guitarra, bandoneón –o verdulera- y contrabajo (cuando hablamos de su versión instrumental). Si a estos instrumentos le agregamos la voz humana, tendremos su versión interpretada o cantada.
En cuanto a la vestimenta, diremos que el varón llevaba bombacha, generalmente de colores oscuros o bataraza (a cuadritos blancos y negros, muy chiquitos). La camisa era de algodón y el pañuelo solía diferenciarse por el color que llevaba (generalmente el color de su divisa política). También vestía una faja del tipo vasco y sobre ésta un cinto ancho.
El cuchillo lo colocaba sobre el lado derecho de la cintura y en la parte posterior de la misma, sujetándolo entre la faja y el cinto.
Calzaba alpargatas y sobre ellas las clásicas canilleras, hechas de lonetas y en forma rectangular; del largo de la pierna y hasta la rodilla, tratando que su largo de dos vueltas a la pantorrilla. Las espuelas se ataban al empeine con tiras de tiento.
Llevaba, como accesorios, su rebenque o su guacha enana; el poncho o ponchillo (también con los colores de la divisa política). Su sombrero era de copa chata y redonda, generalmente de color negro y el barbijo de cuero o lana.
En cuanto a la vestimenta de la dama, llevaba blusa de color blanco o con estampado de colores; tenía un volado amplio en el cuello y mangas hasta el codo, con terminación de puntillas al igual que en el cuello; enagua (que armaba la pollera) y la pollera.  Esta última era amplia y estaba realizada en tela de algodón de colores intensos, lisos o estampados. Tenía volados en el ruedo y cubría la pantorrilla.
Se calzaba alpargatas o zapatos que tenían una presilla en el empeine y tacones.
Se peinaba con dos trenzas sujetadas con cintas en las puntas. Si llevaba pañuelo al cuello (cosa que no siempre ocurría), éste casi siempre tenía los colores de la divisa política.
Ahora bien, si ponemos el acento en el “espíritu” que queremos transmitir con cada uno de los chamamés, encontramos diferentes clases de ellos, a saber:
• Chamamé cangüí o triste: caracterizado por ser una música lenta, llena de nostalgia –y así se demuestra en su danza, mucho más acompasada-; también es llamado “chamamé canción”.
• Chamamé maceta: música de pulso más bien ligero y ritmo vivo. Generalmente, es el que se toca en los festivales y en los bailes y cuya duración suele ser más larga que de costumbre.
• Chamamé caté o elegante: es la versión de salón o de categoría. Generalmente  es cantada en lengua guaraní.
• Chamamé rory o de contenido humorístico.
• Chamamé orillero: con gran influencia del tango. Se escucha, generalmente, en las periferias de las ciudades del ámbito guaraní.


Escuchar un chamamé es sentir la emoción que quiere transmitir su autor o compositor. Vamos a sentir que hierve todo nuestro ser y que la única manera de expresar tanto sentimiento es “pegando o dando un sapucay”. ¿Y qué es el sapucay? Es un grito de puro corazón y a plena garganta que brinda una o varias personas cuando, al escuchar un chamamé, el corazón nos da un vuelco de amor, de tristeza, de nostalgia, de alegría o de puro coraje, no más.



JOSÉ CORRENTINO

EN UN CABALLITO BLANCO
MI ABUELITA ME CONTÓ
QUE UN SANTO CRUZÓ LOS ANDES
Y TRES PUEBLOS LIBERTÓ.
EL SANTO ERA CORRENTINO
Y SE LLAMABA JOSÉ.
PAPÁ DE UNA LINDA NIÑA
QUE SU MERCEDITAS FUE.

SUENA EL CLARÍN, SUENA EL TAMBOR
ESTA ES LA HISTORIA QUE MÁS ME GUSTÓ.
LA DEL VALOR Y DE LA FE
DE UN CORRENTINO LLAMADO JOSÉ.

CUANDO TERMINÓ LA LUCHA
MUY LEJOS SE FUE JOSÉ,
PARA QUE LA PATRIA JOVEN
PUDIERA SOLA CRECER.
DEL BRAZO DE MERCEDITAS
JOSÉ CONTEMPLABA EL MAR
PENSANDO VOLVER UN DÍA
Y EN SU TIERRA DESCANSAR.

Z. Alcayaga y W. Belloso